¿Quién es Jesús para
nosotros?
Autor: Jorge A.
Blanco
Departamento de
Audiovisuales
Editorial SAN
PABLO
La trascendental
interpelación
que Jesús
hiciera a sus
discípulos en el
evangelio que
hemos leído el
pasado domingo (Mateo
16, 13-19),
acerca de lo que
la opinión
pública de aquél
momento y lo que
ellos mismos
decían acerca de
él, también
puede extenderse
y aplicarse a
nuestra vida
personal y
comunitaria
actual.
Para ayudarnos a
responder este
interrogante,
acerca de qué
decimos que es
Jesús para
nosotros y
permitirnos
revisar qué
lugar ocupa
Cristo en este
momento de
nuestra
existencia,
acudiremos a
Mons. Jorge
Casaretto, quien
publicó hace
varios años
atrás, en su
libro
Diálogos en
tiempo de
zapping (SAN
PABLO), un
singular como
simpático
recurso, llamado
“El
Cristómetro”,
que
compartiremos a
continuación:
EL CRISTÓMETRO
¿Quién es Jesús
para mí?
1)
Preguntarnos:
¿Hasta dónde
llega tu
relación con
Jesús?
Empieza desde la
definición de
arriba, y fíjate
que tan profundo
llegas…
Nunca tuve la
oportunidad de
conocerlo.
Nunca me
interesó saber
quién es.
Una cuestión de
los curas y las
monjas.
Una anécdota, un
recuerdo de la
infancia.
Un hombre común
y corriente, que
vivió hace
mucho.
Una
buena persona.
Un líder de su
tiempo.
Un
revolucionario
que enfrentó la
autoridad.
Un hombre pleno.
Un hombre sabio
con ciertos
poderes
mentales.
Un iluminado.
Un profeta, un
hombre de Dios.
Un conocedor
profundo de
Dios.
El Hijo de Dios
vivo, que habitó
entre nosotros
hace mucho.
El Hijo de Dios,
al que le rezo,
para pedirle en
casos de
necesidad.
El Hijo de Dios,
al cual trato de
seguir y conocer
cada vez más,
en la oración y
en la misa.
El Hijo de Dios,
presente en mi
vida,
a través de la
ayuda a mis
hermanos y de
los sacramentos.
“Ya no vivo yo,
sino que Cristo
vive en mi.”
(Gálatas 2, 20)
2) A partir
de las
diferentes
definiciones
brindadas y de
nuestra
experiencia
personal y/o
comunitaria,
responder:
“Y ustedes,
¿quién dicen que
soy? (Mt 16, 15)
3) El Papa
Francisco nos
ilumina:
“¿Quién dicen
que soy yo?” Una
pregunta a la
cual Pedro
responde: “Tú
eres el Cristo
de Dios, el
Ungido del
Señor”, que
también dos mil
años después nos
implica, que nos
pone en crisis,
una prueba del
nueve en nuestro
camino de fe.
Una pregunta
dirigida al
corazón y a la
que hay que
responder con la
humildad del
pecador, más
allá de las
frases hechas o
de conveniencia,
que casi
contiene otra,
especular y
también
decisiva:
“¿Quién pensamos
que es Jesús?”: “Nosotros,
también
nosotros, que
somos apóstoles
y siervos del
Señor debemos
responder,
porque el Señor
nos pregunta:
“¿Qué cosa
piensas tú de
mí?”. Pero lo
hace, ¡eh! ¡Lo
hace tantas
veces! “¿Qué
cosa piensas tú
de mí?” dice el
Señor. Y
nosotros no
podemos hacer
como aquellos
que no entienden
bien. “¡Pero tú
eres el ungido!
Sí, he leído”.
Con Jesús no
podemos hablar
como con un
personaje
histórico, un
personaje de la
historia, ¿no?
Jesús está vivo
ante nosotros.
Esta pregunta la
hace una persona
viva. Y nosotros
debemos
responder, pero
con el corazón”.
“¿Quién soy yo
para ustedes?”,
nos pregunta
Jesús. A veces
se siente
vergüenza de
responder a esta
pregunta porque
sabemos qué es
lo que no va en
nosotros, somos
pecadores. Pero
es precisamente
éste el momento
en el debemos
confiar en su
amor y responder
con ese sentido
de la verdad,
tal como hizo
Pedro en el Lago
de Tiberíades.
“Señor tú sabes
todo”. Es
precisamente en
el momento en
que nos sentimos
pecadores,
cuando el Señor
nos ama tanto y
así como puso al
pescador Pedro
como jefe de su
Iglesia, del
mismo modo,
también con
nosotros hará
algo bueno.
“¡Él es más
grande, Él es
más grande! Y
cuando nosotros
decimos de la
veneración y del
amor, seguros,
seguros sobre la
roca del amor y
bajo su guía:
‘Tú eres el
ungido’, esto
nos hará tanto
bien y nos hará
ir hacia delante
con seguridad y
nos hará tomar
la Cruz cada
día, que a veces
es pesada.
Vayamos adelante
así, con
alegría, y
pidiendo esta
gracia: ¡dona a
tu pueblo,
Padre, vivir
siempre en la
veneración y en
el amor por tu
Santo Nombre! Y
con la certeza
de que ¡Tú jamás
privas de tu
guía a aquellos
que has
establecido
sobre la roca de
tu Amor! ¡Así
sea!”
(Fragmentos de
la homilía del
Papa Francisco,
durante la Santa
Misa celebrada
en la capilla de
la Casa de Santa
Marta, el
26/6/2013)
Para meditar y
orar:
Para mí, Jesús
es
El Verbo hecho
carne.
El Pan de la
vida.
La víctima
sacrificada en
la cruz por
nuestros
pecados.
El Sacrificio
ofrecido en la
Santa Misa por
los pecados del
mundo y por los
míos propios.
La Palabra, para
ser dicha.
La Verdad, para
ser proclamada.
El Camino, para
ser recorrido.
La luz, para ser
encendida.
La Vida, para
ser vivida.
El Amor, para
ser amado.
La Alegría, para
ser compartida.
El sacrificio,
para ser dados a
otros.
El Pan de Vida,
para que sea mi
sustento.
El Hambriento,
para ser
alimentado.
El Sediento,
para ser
saciado.
El Desnudo, para
ser vestido.
El Desamparado,
para ser
recogido.
El Enfermo, para
ser curado.
El Solitario,
para ser amado.
El Indeseado,
para ser
querido.
El Leproso, para
lavar sus
heridas.
El Mendigo, para
darle una
sonrisa.
El Alcoholizado,
para escucharlo.
El Deficiente
Mental, para
protegerlo.
El Pequeñín,
para abrazarlo.
El Ciego, para
guiarlo.
El Mudo, para
hablar por él.
El Tullido, para
caminar con él.
El Drogadicto,
para ser
comprendido en
amistad.
La Prostituta,
para alejarla
del peligro y
ser su amiga.
El Preso, para
ser visitado.
El Anciano, para
ser atendido.
Para mí, Jesús
es mi Dios.
Jesús es mi
Esposo.
Jesús es mi
Vida.
Jesús es mi
único amor.
Jesús es mi
Todo.
(Madre Teresa de
Calcuta)
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